Buscar este blog

lunes, 10 de julio de 2017

Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares Cholified army. Some thoughts on the social democratization of the Peruvian military Lourdes Hurtado Meza Antropóloga (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú). Alumna de Doctorado en el Departamento de Historia de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU) Email: lhurtado@nd.edu Fecha de recepción: mayo 2006 Fecha de aceptación y versión final: julio 2006 Resumen Este ensayo se refiere a la democratización social del cuerpo de oficiales del ejército peruano. Aquí planteo que a diferencia de las otras instituciones castrenses del país, el ejército es la corporación militar que cuenta con una importante oficialidad chola, es decir, de procedencia popular, migrante y andina. Este es un proceso que ha ido de la mano con la andinización de las zonas urbanas en el Perú, el discurso inclusivo desarrollado en la primera fase del gobierno del General Velasco (1968-1975) y los eventos acontecidos durante los años del conflicto armado interno (1980-2000). Palabras clave: Ejército Peruano, etnicidad, cultura militar, conflicto armado interno Abstract In this essay I maintain that there has been a process of democratization within the corps of officers of the Peruvian Army. Unlike the other Peruvian military institutions, in the army there is a significant number of cholo officers, that is to say, officers with an Andean and urban migrant background. This has been the consequence of, among other aspects, the andeanization of urban areas in Peru, the inclusive discourse towards common sectors sponsored by the military government of General Juan Velasco (1968-1975), and the events which took place during the internal armed conflict (1980-2000). Keywords: Peruvian army, ethnicity, military culture, internal armed conflict Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 26, Quito, septiembre 2006, pp. 59-72 © Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador. ISSN: 1390-1249 60 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 El Comando de In s t rucción y Doctrina del Ej é rcito (COINDE), ubicado en el limeño distrito de Chorrillos, es una de las instalaciones militares más grandes del Perú. Ella alberga a la Escuela Militar y a otras escuelas de capacitación y especialización donde se entre n a n los oficiales del ejército peru a n o. En la entrada principal del COINDE resaltan una serie de esculturas metálicas en alto re l i e ve que narran la evolución del ejército de este país andino desde el pasado hasta el presente. De esta manera, al lado de guerre ros incas con porras y macanas, se observan soldados m o d e rnos que se desplazan al lado de pesados tanques T55. En uno de los extremos del COINDE, muy cerca al antiguo Se rvicio de Inteligencia (SIN) se encuentra la Escuela de Comandos, institución donde se entrena a la brigada de fuerzas especiales más pre s t i g i o s a del ejérc i t o. Al atravesar el patio de la escuela, llama la atención una escultura en tama- ño natural del Inca Pachacutec, el gran estratega y organizador del Estado Inca, a quien los comandos consideran como patrón y figura emblemática de su institución. En una mano, el Inca lleva una porra en actitud amenazante, y en la otra un gran escudo. En t re las múltiples arengas que se observa n en los muros de este centro de entre n a m i e nto militar, resalta la inscripción en quechua Ama Sua, Ama Llulla, Ama Qella ( “no seas ladrón, no seas mentiroso, no seas ocioso” ) , principios básicos atribuidos al Estado In c a , que los comandos han incorporado no sólo en la parafernalia visual de su alma máter sino también en el deber ser de un buen oficial del ejérc i t o. Narraciones visuales como éstas, que aluden al pasado pre h i s p á n i c o como fuente de tradición e historia del ejército peruano contemporáneo, también se encuentran en otras edificaciones militare s como el Círculo Militar (CMP) y en las imá- genes de vo c e ros institucionales como la revista Actualidad Mi l i t a r. Sin embargo, este tipo de imágenes proandinas no aparecen en las narraciones visuales de las otras instituciones que conforman las Fuerzas Armadas del Perú: la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea. ¿A qué se debe esta ausencia? En el presente ensayo expongo una reflexión sobre la apertura del ejército hacia los sectores populares del Perú, proceso que denomino cholificación, y la contradicción existente entre el discurso incluyente y las prácticas llevadas a cabo por esta institución durante el conflicto armado interno (1980- 1993)1 . Este evento, uno de los hechos más Lourdes Hurtado Meza 1 La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), fue la entidad creada por el estado peruano en 2001 para esclarecer los eventos acontecidos durante el conflicto. La CVR estableció en su Informe Final que el estado peruano, en una actitud de legítima defensa, ordenó a las fuerzas del orden (policía y fuerzas armadas) que se hiciera cargo de la lucha contra la subversión. Sin embargo, al designar esta responsabilidad a las fuerzas del orden, el estado peruano no tomó las medidas necesarias que aseguraran que la lucha contra los grupos alzados en armas (Sendero Luminoso y Inca Pachacutec en material promocional de la Escuela de Comandos, Chorrillos, Perú. 61 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares trágicos que ha afectado al Perú en su historia reciente y en el que más de 69.000 personas murieron a consecuencia de la violencia de los grupos alzados en armas o de las fuerzas del Estado, puso en evidencia los límites de la retórica integradora desarrollada por los militares durante el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada (1968-1980). Aquí sostengo que el ejército se ha apropiado de la imagen del pasado prehispánico y ha incorporado en sus narrativas institucionales elementos asociados con lo andino y lo popular para revestir de legitimidad su rol de institución fundacional del estado nacional peru a n o. Más aun, ya que el ejército se representa como la corporización de lo nacional, su cuerpo de oficiales cuenta entre sus filas con un gran número de jóvenes provenientes de sectores populares del país. La democratización de esta institución, no exactamente en términos ideológicos sino más bien en términos sociales, no ha sido replicada por la Fuerza Aérea ni por la Marina de Guerra donde no hay oficiales cholos ni negros. Por el contrario, estas instituciones aún mantienen un cierto aire de exclusividad social que da cuenta de un abierto racismo hacia ciertos sectores de la población peruana. Este ensayo está dividido en tres secciones. En la primera parte expongo algunas ideas sobre la cultura militar del ejército peruano, en la segunda sección me refiero al discurso pro-andino del gobierno del general Velasco, y en la última parte presento una reflexión sobre el conflicto armado interno y la cholifi - cación del ejército peruano. Cultura militar peruana De acuerdo al mandato constitucional, las Fuerzas Armadas Peruanas están conformadas por el Ejército, la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea. Estas instituciones tienen la responsabilidad de garantizar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de la República (art.165) y no son deliberantes (art.169), es decir, los sujetos que las conforman no pueden emitir opinión sobre la conducción política del país. Más allá del ámbito normativo, estas instituciones cuentan con un tipo de cultura organizacional, una cultura militar, que es aprendida, compartida y transmitida, que se traduce en discursos, prácticas y representaciones, y en la que se desarrollan estrechas redes personales que se mantienen incluso más allá de la jubilación de los individuos militares. Asimismo, las Fuerzas Armadas peruanas son instituciones profesionales fuertemente jerarquizadas en las que la camaradería y el espíritu de cuerpo son vitales para la reproducción institucional. Estos aspectos son consecuencia de un constante proceso de resocialización a través del cual un individuo se convierte en militar en un espacio apartado de la sociedad civil -una academia militardonde tiene que llevar a cabo una serie de órdenes y rutinas, y debe mantener una disciplina estricta. Durante el periodo de internamiento los individuos desarrollan un ethos militar, es decir “un conjunto de valores particulares de la profesión que asigna especial importancia a un código de honor personal y colectivo, incentiva un alto nivel de solidaridad de grupo y maneja un concepto restrictivo de las relaciones del cuerpo de oficiales con los otros componentes del ejército y con la sociedad civil” (Harries-Jenkins y Moskos Junior 1984:57) El ethos militar tiene que ver con la cultura institucional del ejército y con la relación de alteridad que existe entre militares y civiles pues los primeros consideran el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru) se diera dentro de los parámetros legales de un régimen democrático. Esta abdicación del estado peruano en favor de militares y policías dio origen a que se desatara una guerra sucia contra aquellas poblaciones e individuos sospechosos de pertenecer o simpatizar con una agrupación subversiva. que estos últimos no cuentan con la capacidad suficiente para gobernar el país. A ello se debe el sinnúmero de golpes militares que han afectado al Perú durante su vida republicana. Este sentido de superioridad experimentado por los militares con respecto a la sociedad civil se ve reforzado por los mitos sobre el carácter fundacional del ejército, que otorgan a esta institución un papel fundamental durante el proceso de independencia del siglo XIX.2 Otro elemento que caracteriza al ejército peruano es su retórica sobre el sacrificio. En un trabajo anterior (Hurtado 2005a), realizado en base a entrevistas, etnografías y el aná- lisis de publicaciones militares, señalé que los oficiales de esta institución asumen la vida militar como una experiencia llena de sacrificios y durezas. Esta lectura de la experiencia militar, comparada muchas veces con la vida religiosa, tiene que ver no sólo con los riesgos propios de la carrera de las armas sino también con las limitaciones económicas que imponen los bajos salarios en las Fuerzas Armadas, y con el hecho de que los militares con frecuencia viven en lugares que aún no están del todo articulados con el resto del país. Lo interesante es que esta sensación de sacrificio no sólo compete a los oficiales sino también a sus familias, es decir, a la “gran familia militar peruana”. Por otro lado, aunque la formación de los oficiales del Ej é rcito, la Marina de Guerra y la Fu e rza Aérea se lleva a cabo bajo pre m i s a s s i m i l a res, es decir en instituciones totales con cadenas diferenciadas de jerarquía, y comparten una cultura militar colectiva en la que juegan un papel importante va l o res como el honor y la valentía, lo cierto es que cada una de estas instituciones cuenta con sus pro p i a s p a rticularidades. En parte, tales diferencias se deben al ámbito de acción en que se desempe- ña el personal de estas instituciones, es decir a i re, mar y tierra, que determina el tipo de organización de las unidades militares y que también influye en la distribución espacial de los efectivos militares en el territorio nacional. De esta manera, mientras las guarniciones del e j é rcito están localizadas en la mayor parte de d e p a rtamentos del Perú de norte a sur y deeste a oeste en costa, sierra y selva, las tres re g i o n e s naturales del país, la Marina de Guerra sólo tiene presencia en la costa, en algunas zonas de la selva donde hay ríos navegables, y en el altiplano peruano, en el lago Titicaca. La pre s e ncia de la Fu e rza Aérea es más reducida aún pues se concentra en la costa, cerca a las fro nteras con Chile y Ec u a d o r, y en ciertas zo n a s de la selva amazónica. Sin embargo, el hecho más importante que distingue a estas tres instituciones castrenses es que todavía existe un contraste en la composición racial y étnica de su oficialidad. En el Perú existe una obsesión, especialmente en los s e c t o res medios y altos, porclasificar a la gente y así ubicarla social y racialmente en un estrato inferior o superior en relación al que uno se encuentra. Los criterios empleados para ello son el color de la piel y el lugar de pro c e d e ncia, y ciertos marc a d o res culturales como la forma de hablar y de ve s t i r, que para un forá- neo serían difíciles de distinguir. Es lo que Guillermo Nugent (1992:119) denomina el p e ruano +1 y el peruano -1, es decir, “e s a peculiar manera de jerarquizar que los peru anos emplean en la vida social para alcanzar una presentación coherente del mundo en la que se distingue la ubicación social de las personas a partir de la relación que tienen con uno mismo”. Estos criterios también son aplicables al cuerpo de oficiales de las Fu e rz a s 62 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Lourdes Hurtado Meza 2 En un reciente artículo periodístico con respecto a la celebración de las Fiestas Patrias en el Perú, el antropólogo e historiador Nelson Manrique llama la atención sobre la paradoja existente entre el mito fundacional del ejército peruano y el hecho de que la independencia nacional fuera alcanzada con el concurso de dos ejércitos extranjeros, de Argentina y Venezuela, con una participación limitada de los peru a n o s . Fuente Diario Perú 21, El Sentido del 28 de julio, 29 de julio 2006. 63 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares Armadas. Me re f i e ro a que en ellas se observa , por un lado, una institución “blanca”, asociada tradicionalmente con una elite criolla y costeña, la Marina de Guerra, y por otro, una institución más “c h o l a”, asociada con lo popular y lo andino, que es el ejército, y otra que está en el medio de las dos, la Fu e rza Aére a , que étnicamente está más cercana a la primera. Esta asociación del ejército con lo cholo tiene que ve r, por un lado, con la retórica del e j é rcito sobre lo indígena y lo andino concebida durante la primera fase del gobierno militar (1968-1975), y por otro, porque luego de la transición democrática de 1980, el ejército paulatinamente dejó de ser una institución atractiva para los sectores medios del país (por la crisis económica y el conflicto armado interno) y se vio obligado a ensanchar su base social de reclutamiento de oficiales. Por esa razón, hoy en día esta institución cuenta con un gran número de oficiales provenientes de s e c t o res populare s . Retórica institucional y gobierno militar Aunque los primeros cuerpos del ejérc i t o p e ruano, los “Gr a n a d e ros a caballo” y el “ Batallón leales del Perú”, se cre a ron en 1821, el ejército considera el 9 de diciembre de 1824 como la fecha de su fundación institucional. Ese día se llevó a cabo la batalla de Ayacucho, en donde el ejército patriota, liderado por Antonio José de Su c re, derrotó al ejército re alista. A raíz de esta batalla se produjo el re t i ro d e f i n i t i vo de las tropas españolas del Perú. Po r ello, los militares asocian el nacimiento del e j é rcito peruano con el evento que selló la independencia de la república. Es decir, consideran a su institución como la forjadora de la patria libre y soberana y por ello sienten que tienen una responsabilidad para con ella. Esta manera de considerar al ejército no es, por c i e rto, un discurso nuevo sino que se re m o n t a hasta los primeros años de vida re p u b l i c a n a , durante la Confederac-ión Perú-Boliviana y el gobierno del Mariscal Santa Cruz. Cr i s t ó b a l A l j ovín (2005:113) sostiene que fue pre c i s amente la Confedera-ción la que creó la imagen pública que sugería que el jefe del ejérc i t o y sus oficiales y soldados eran los fundadore s de una institución política pacífica. Por otro lado, parte importante del mito fundacional del ejército es la noción de continuidad entre presente y pasado, y de que la corporación de oficiales forma parte de una institución que perdura y se mantiene a lo largo del tiempo. Esto tiene mucho valor en un país como el Perú en que las instituciones estatales están en constante crisis y en donde el horizonte de continuidad no solo en la conducción de políticas públicas sino en la Detalles del mural del Comando de Instrucción y Doctrina del Ejército, Chorrillos, Perú. misma naturaleza del tipo de gobierno suelen p resentar mucha incert i d u m b re para la población. Aunque periódicamente se produce el relevo generacional al interior del ejército, lo cierto es que dentro de esta institución existe un sentido colectivo que va más allá de los individuos y que se nutre de marcos normativos, rituales, tradiciones y conmemoraciones, así como de la alusión constante a figuras heroicas ideales que trazan la línea de carrera del oficial. En este contexto, recurrir a un pasado glorioso asociado con la imagen de los incas permite al ejército revestirse de legitimidad y tradición. Cuando se revisa la información contenida en los sitios web de los institutos castre n s e s p e ruanos, se observa las diferentes maneras en que estas instituciones se auto re p re s e n t a n . Así, cuando la Marina se re f i e re al periodo p rehispánico del Perú, la información que brinda se re f i e re a la relación existente entre el mar y los antiguos pobladores del Perú y menciona el tipo de embarcaciones empleadas en el mundo andino antes de la conquista espa- ñola: los caballitos de totora (embarc a c i o n e s hechas a base de juncos) y las balsas de palos3 . En cambio, en la página web del ejército, la información sobre el mismo periodo, resalta el carácter bélico del ejército y su import a n c i a como aparato de defensa de los estados pre h i spánicos. En la reseña histórica institucional se lee lo siguiente: “Como se sabe, la existencia de una civilización implica necesariamente una organización política, social y económica y la aparición del Estado, y por ende la necesidad de un ejército para sostenerlo y defend e r l o”4 . Esta suerte de nostalgia por lo incaico, lo prehispánico, que se percibe en las imágenes y los discursos del ejército de hoy es consecuencia del gobierno del general Ve l a s c o. El último gobierno militar del Perú estuvo en el poder de 1968 a 1980.5 La primera etapa del autodenominado Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada fue de 1968 a 1975 y estuvo liderada por el general Juan Velasco Alvarado. La segunda fase, de 1975 a 1980, fue conducida por el general Francisco Morales Be r m ú d ez. Durante su primera etapa, el gobierno revolucionario de la Fuerza Armada percibió a la oligarquía como el enemigo del país y el ente que impedía su desarrollo. Por ello, llevó a cabo una serie de reformas referentes a la propiedad de recursos productivos como yacimientos mineros que fueron traspasados al Estado, diseñó una política de sustitución de importaciones y puso en m a rcha una reforma agraria radical que implicaba la expropiación de latifundios de la sierra y costa del país. A pesar del poco éxito en términos económicos de las políticas llevadas a cabo por los militares, uno de los eventos más importantes de esta primera fase del Gobierno Re volucionario fue el discurso inclusivo que los militares desarrollaron con respecto a las poblaciones excluidas del país: los indios. Es sintomático que uno de los hechos más significativos haya sido el cambio de denominación de “indio” a “campesino”. Así, la celebración del 24 de junio, que solía ser el Día del Indio, paso a llamarse Día del Campesino. Contreras y Cueto (2000:316) señalan que la reforma agraria modificó la composición de las clases altas y las bases agrarias de su poder, ellos agregan que el dinero empezó a primar como el principal factor de ingreso a estas clases y que debido a este hecho, se atenuó el racismo, que hasta ese momento había sido uno de los principales 64 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Lourdes Hurtado Meza 3 Ver: Marina de Guerra del Perú, Los antecedentes: La época prehispánica en http://www. m a r i n a . m i l . p e / , abril 2005. 4 Ejército del Perú, Reseña Histórica del Ejército en http://www.ejercito.mil.pe/historia.htm, abril 2005. 5 Aquí no considero el régimen de Alberto Fu j i m o r i como un gobierno militar. Si bien es cierto, durante su decenio en el poder los militares fueron un elemento c l a ve para su permanencia, la figura que tomó las decisiones fue Fujimori, apoyado -es cierto- por V l a d i m i ro Montesinos, un ex-capitán del ejército, pero la figura civil del presidente fue la que se impuso. factores de exclusión para la pertenencia a las clases más privilegiadas de la sociedad peruana. Por otro lado, Guillermo Nu g e n t (1992:86) sostiene que el Velasquismo significó para los sectores conservadores del Perú una experiencia traumática pues supuso el primer intento serio por cuestionar una cultura oficial y un orden social basados en el desprecio hacia las poblaciones más pobres y andinas.6 Lo cierto es que la primera fase del Gobierno Re volucionario de la Fu e rz a Armada implicó una ruptura de los militares a nivel de discurso y práctica con el pasado oligárquico de la clase política peruana. El perfil social del general Velasco y de otros oficiales que formaban parte de la Junta de Gobierno fue un aspecto que influyó en el discurso antioligárquico del gobierno militar. Velasco era costeño, del departamento de Piura, pero provenía de una familia bastante humilde; hizo el servicio militar y después ingresó a la Escuela Militar de Chorrillos. Dirk Kruijt señala que de los 14 oficiales que tomaron parte en el golpe de 1968 (3 generales y 11 coroneles), la mayor parte tenía orí- genes humildes. Así, los generales provenían de sectores medios altos y altos, pero todos los coroneles menos 1 provenían de familias de modesta condición económica o de familias campesinas del interior del país. Kruijt (1989: 77) agrega que un número sorprendente de ellos había servido primero como soldado raso para procurar la subsistencia de la familia, luego fueron recorriendo un lento camino por los grados de cabo primero, sargento segundo y sargento primero hasta llegar a la escuela de oficiales, la Escuela Militar de Chorrillos. La extracción social de estos oficiales era distinta a la de los oficiales de la Marina y la Fuerza Aérea. La Marina, en particular, siempre se caracterizó por contar con una oficialidad proveniente de los sectores más acomodados del país. Para Juan Martín (2002:103), las diferencias de extracción social habrían sido un factor no sólo de autonomía de la minoría militar respecto de los compromisos de la oligarquía, sino también de “autolegitimación e identificación con las mayorías populares. Más aún, el gobierno militar tuvo una retórica nacionalista que apeló constantemente a la historia y que se puso de manifiesto en imágenes asociadas a lo andino. En opinión de Juan Martín, el nacionalismo del gobierno militar más que un discurso redentorista de grupos étnicos ancestralmente dominados, lo que buscó fueron elementos de integración y diferenciación con el pasado oligárquico en tradiciones culturales que se tenían por autóctonas. En ese contexto, agrega Juan Martín (2002:163), las referencias andinas e indias, “dejaban de ser, con la reforma agraria y todo su proceso de aplicación, exclusivas de una diferencia étnica para transformarse en valores nacionales, en imágenes de toda la nación para un país que estaba dejando de ser mayoritariamente rural en favor de la vida en las ciudades”. De esta manera, el Perú de esos años fue testigo de un cambio en el discurso iconográfico estatal que dio gran énfasis a lo andino como expresión de lo nacional. Como señala Carlos Iván Degregori (1995:313), la imagen de Túpac Amaru, el curaca líder de la gran revuelta indígena de 1780, fue “rescatada” y se convirtió en el símbolo de la reforma agraria. Además del curaca, otros personajes andinos o mestizos fueron empleados en diferentes emblemas o instituciones estatales. De esta manera, las imágenes del inca Pachacutec y del escritor mestizo Garcilazo de la Vega se plasmaron en billetes y monedas de circula- 65 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares 6 Habría que preguntarse hasta qué punto sigue vigente e n t re los sectores conserva d o res del Perú parte del “t r a u m a” generado durante el gobierno de Ve l a s c o. Un indicador de su vigencia sería la crítica despro p o rc i onada de estos sectores hacia el candidato Ol l a n t a Humala, líder del Pa rtido Nacionalista Pe ruano y excomandante del Ej é rcito, que durante el último pro c eso electorial peruano apeló a un discurso nacionalista que se presentaba como here d e ro del Ve l a s q u i s m o. ción nacional y una severa máscara de la cultura Chimú, famosa por sus sofisticados trabajos en metales, fue el logotipo de Petro Perú, la flamante nueva empresa estatal encargada de la extracción del nacionalizado petróleo (Sánchez 2005). Es precisamente en medio de este ambiente nacionalista y de gran interés por las imágenes de lo andino que se crea el himno del ejérc i t o. El himno, compuesto en 1973, es uno de los textos que sintetiza mejor la retórica institucional del ejército peruano acerca de su ro l en la creación del estado nacional y de su legitimidad como institución tutelar masculina que se nutre de una tradición histórica que viene desde el pasado pre h i s p á n i c o. 7 Coro El ejército unido a la historia por fecunda y viril tradición se corona con lauros de gloria al forjar una libre nación Estrofa I Evocando un pasado glorioso del incario su antiguo esplendor Ayacucho, Junín, Dos de Mayo8 libertad conquistó con valor […] Estrofa II Las fronteras altivo defiende cual guardián del honor nacional de su pueblo recibe las armas y es bastión de justicia social […] Llama la atención que en esta narrativa donde se menciona a los incas y a las batallas de independencia, el ejército no haga mayor alusión a la época de la colonia. Esta forma de narrar la historia del Perú, en la que el presente es depositario de un pasado incaico no es nueva. Por el contrario, es un elemento fundamental del discurso criollo de inicios de la república. María Isabel Remy (1995) sostiene que en la retórica de las élites políticas del siglo XIX, la independencia rompía con el pasado pero además establecía una continuidad con aquello que la conquista española había quebrado: el imperio incaico. Cecilia Méndez (1995) agrega que además de la exaltación del pasado incaico, el discurso criollo convivía con una valoración despreciativa del indio en el presente. Lo que diferencia a la retórica histórica del ejército del discurso criollo, es que durante el gobierno de Velasco sí se trato de incorporar a las poblaciones indígenas -devenidas de acuerdo a la nueva nomenclatura estatal- en campesinas, a la comunidad imaginada peruana. Entonces, el himno del ejército, que es 66 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Lourdes Hurtado Meza Escuela de Comandos, Chorrillos, Perú. 7 El autor de la letra y música del himno del ejército es Pedro Schmitt Aicardi. El 9 de diciembre de 1973 se oficializó el himno. Por resolución ministerial Nº 2907-73 DIRODIN se declaró a la Escuela Militar de Chorrillos depositaria de la intangibilidad del himno. Fuente: Historia de la Escuela Militar de Chorrillos, Ministerio de Guerra, 1982, Lima. 8 Esta línea se refiere a tres batallas o combates decisivos para la independencia del Perú: la Batalla de Ayacucho, 9 de diciembre de 1824, fecha en que se celebra del Día del Ejercito; la Batalla de Junín el 6 de agosto de 1824, fecha en que se celebra el Día de la Caballería; y el Combate del Dos de Mayo, acontecido el 2 de mayo de 1866, día en que se celebra la Fiesta de la Artillería. entonado en todas las ceremonias castrenses luego del himno nacional, expresa el sentir de una colectividad militar que tuvo entre sus manos un proyecto revolucionario que se sintió agente de la independencia nacional y que legitimó su presencia en el poder a través de un discurso inclusivo con los sectores populares no oligárquicos del país, es decir “el pueblo”. Un pueblo a quien esta institución trataba de brindarle -de acuerdo a la letra de su himno- “justicia social”. La relevancia e historicidad del binomio Pueblo-Fuerza Armada también fue impulsada desde la dimensión simbólica de los héroes institucionales. Los héroes de las Fuerzas Armadas son figuras arquetípicas que dan cuenta del deber ser de un militar. Sin embargo, en las maneras de narrar las hazañas y trayectorias de estos personajes también se perciben las diferentes maneras de concebir la relación institucional de las Fuerzas Armadas con el pueblo. Así, la figura heroica de la Fuerza Aérea es José A. Quiñonez, un joven piloto cuya nave fue derribada en el conflicto con el Ecuador en 1941. Sin embargo, la figura de Quiñonez no tiene el halo de leyenda que sí envuelve a los héroes del Ejército y la Marina, quienes lucharon y perecieron en la Guerra del Pacífico; un evento traumático para los peruanos no sólo por la derrota sino por la mutilación del territorio nacional pues Perú perdió las provincias de Arica y Tarapacá (Villanueva 1972). En la primera parte de la guerra, lo que se denominó la Campaña Marítima (16 de mayo - 8 de octubre, 1879) destaca la figura de Miguel Grau, el héroe máximo de la Marina de Guerra. Grau recibió el apelativo de “Caballero de los Mares” debido a su comportamiento humanitario para con la tripulación del buque chileno Esmeralda en el combate de Iquique9 . Al mando del viejo monitor Huáscar, llevó a cabo una serie de incursiones en el litoral chileno que por algunos meses pusieron la balanza del conflicto a favor del Perú. Sin embargo, a pesar de su suerte inicial, Grau no pudo hacerle frente a la poderosa armada chilena y murió valerosamente el 8 de octubre de 1879 en el Combate de Angamos. Con su muerte y la pérdida del monitor Huáscar, culminó la Campaña Marítima y la armada p e ruana quedó destruida. En la segunda etapa de la guerra, la Campaña Terrestre surgen los héroes del ejército. El patrono o héroe máximo de esta institución es Fr a n c i s c o Bolognesi, limeño, de padres extranjero s , quien murió el 7 de junio de 1880 en la Batalla de Arica. A Bolognesi se le atribuye haber respondido al comisionado chileno que fue a pedirle la rendición del Fuerte Arica, que no se iba a rendir y que, por el contrario, iba a luchar “hasta quemar al último cartucho”.10 Una vez que la ciudad de Lima cayó en manos de las tropas chilenas, Andrés Avelino Cáceres se encargó de organizar la resistencia de la sierra central, donde llevó a cabo una guerra de guerrillas con el apoyo de la población local. Si Bolognesi es para el ejército el símbolo de sacrificio por la patria, la encarnación del líder y estratega militar es el Mariscal Cáceres. Estas dos figuras emblemáticas dan cuenta de dos dimensiones fundamentales para esta institución. Por un lado está la cuestión del amor a la patria al punto de ofrendar la vida 67 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares 9 El combate de Iquique se llevó a cabo el 21 de mayo de 1879. En dicha ocasión, el monitor Huascar hundió a la corbeta Esmeralda y Grau ordenó rescatar de las aguas a los sobrevivientes de la embarcación chile na. Posteriormente, Grau escribió una carta a la viuda de Arturo Pratt, capitán de la Esmeralda y máximo héroe del panteón chileno, donde le hizo presente sus condolencias y le hizo llegar los objetos personales que se habían encontrado en el cuerpo de su esposo. 10 Esta expresión es el lema del ejército. Cada año, en una ceremonia que se llama “Re n ovación de la Promesa”, oficiales y cadetes juran ante la estatua de Bolognesi defender la integridad del territorio nacional y los ideales de su institución “hasta quemar el último cartucho”. misma: esto tiene que ver con la retórica del sacrificio a la que hice referencia en el acápite sobre la cultura militar, y con elementos altamente valorados entre los militares como la dignidad y el honor. Por otro lado está la importancia del sujeto militar como agente de acción, como líder y conductor de hombres11, pero que también es capaz de llevar a cabo una función política, pues una vez concluida la guerra, Cáceres fue elegido presidente del Perú en dos ocasiones (1886 y 1895). Si se comparara a Cáceres y a Grau surgen contrastes interesantes que también dan cuenta de las narrativas históricas y sociales de sus respectivas instituciones. Así, mientras Grau era blanco (su padre había nacido en España), y costeño, de Piura, zona norte del Perú que contaba con una baja densidad poblacional indígena, Cáceres por el contrario pertenecía a la clase terrateniente de la sierra sur central del país, era un mestizo y hablaba quechua. Su procedencia serrana y las redes que tenía con otros personajes de las elites locales le permitieron llevar a cabo diferentes alianzas con sectores populares de la sierra central y así pudo contener durante casi dos años el avance chileno en esa zona. He centrado mi comparación en Cáceres y Grau, y no en Bolognesi y Grau, pues considero que desde la perspectiva del ejército, Bolognesi es el patrono “oficial” pero Cáceres es la figura militar que encarna la cercanía de esta institución con los sectores populares del Perú. Tan es así que durante las dos últimas décadas del siglo XX, la Comisión Permanente de Historia del Ejército, creada durante el Gobierno Militar y que tuvo por misión producir una bibliografía sobre el ejército, sus orígenes, héroes y especialmente la Guerra del Pacífico, hizo de Cáceres la figura recurrente de los textos que se produjeron a fines de los 70s y comienzos de los 80s12. En ellos se resaltaba la extraordinaria relación entre Cáceres y sus montoneras, es decir entre el jefe militar y el pueblo, entre el padre –el Taytacha Cáceres en quechua- y sus hijos campesinos. Esta dimensión paternal y magnánima del Tayta Cáceres fue un intento por reconstruir en otra dimensión, la bibliográfica, la idea de la alianza, del binomio PuebloFuerza Armada.13 La cholificación del ejército Como hemos visto, durante el gobierno militar el ejército elaboró un discurso inclusivo para con los sectores populares del país. Fue una retórica nacionalista que cuestionó el discurso discriminador de la antigua oligarquía peruana, y que a través del uso de elementos andinos trató de acercarse a los sectores populares del Perú. Fue durante esta etapa que se inició la cholificación del ejérc i t o. Aníbal Quijano (1980:71 en Degregori, 1995: 306) sostenía en los años 80s que era posible “presentar el fenómeno de la cholificación, como parte y resultado de la lucha de clases entre el campesinado y los terratenientes” de la década de los 60s. Desde su punto de vista, el cholo se consolidaba como una clase emergente en el ámbito urbano y representaba un “destino peruano que no necesariamente implicaba la aculturación total de la población indígena en el marco de la cultura occidental criolla” (Quijano 1995). Tengo la certeza que hoy, veinte años después, las predic- 68 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Lourdes Hurtado Meza 12 Tal es el caso de textos como De los Reductos a Julcamarca (1981), La Contraofensiva de 1882 (1982), Huamachuco y el Alma Nacional (1983), Cáceres: Conductor Nacional (1984). 13 Sin embargo, estas narraciones silenciaron el hecho que años después de haber acabada la guerra con Chile, Cáceres dio la espalda a esos campesinos alzados en armas y llevó a cabo una campaña de violencia indiscriminada contra ellos. Para más detalle sobre la actitud de Cáceres con respecto a las poblaciones del Valle del Mantaro (ver Florencia Mallon 1987). 11 Formar líderes que sean conductores de hombres es el objetivo de la Escuela Militar de Chorrillos. ciones de Quijano se han cumplido, al menos en lo que al ejército se refiere. En esta última sección cuando hablo sobre la cholificación del ejército, me refiero principalmente a la apertura del cuerpo de oficiales hacia los sectores populares del país. Considero que son tres los factores que acentuaron este proceso en el ejército: a) la expansión de las ciudades costeñas a consecuencia de la migración, b) la crisis económica de los años 80s y c) el conflicto armado interno. La cholificación es un proceso que ha ido de la mano con el crecimiento de las ciudades y especialmente de Lima, centro del poder del Perú.14 El proceso de urbanización de Lima se inició a fines de los años 50s, cuando a raíz de las grandes migraciones de la zona andina los desiertos existentes alrededor de la ciudad, ubicada en el valle del Rímac, empezaron a poblarse y se convirtieron en las barriadas periféricas que luego se denominarían “conos”15. En los conos de la capital los migrantes andinos construyeron en base a cooperación y solidaridad -no sin dificultades, por cierto- pujantes áreas urbanas que luego quedarían completamente integradas a la ciudad de Lima. La capacidad de algunas familias migrantes para acumular bienes y ahorrar generó en los años 80s una exitosa economía informal de la que han dado cuenta varios autores (Degregori, Lynch y Blondet 1986, Golte y Adams1990). Muchos jóvenes que forman parte de la oficialidad del ejército provienen precisamente de los conos de la ciudad y no de los distritos asociados con la clase media urbana tradicional16. Por otro lado, desde la década de los 80s la crisis económica afectó profundamente la escala salarial de los oficiales de todas las Fuerzas Armadas (Rospigliosi 1995: 234); además, militares y policías se convirtieron en los principales blancos de Sendero Luminoso y del MRTA, por lo que la carrera militar se convirtió en una ocupación de alto riesgo17. Lo que ocurrió durante las dos últimas décadas del siglo XX es que en términos econó- micos y sociales el ejército dejó de ser una institución atractiva para las clases medias tradicionales. Sin embargo, si el ejército dejó de atraer a las clases medias urbanas, entre los jóvenes provincianos y de sectores populares de las ciudades de la costa -muchos de ellos migrantes de primera generación- esta institución sí representaba un medio de ascenso social, pues, a pesar de la mala escala salarial, para un joven proveniente de un sector económico bajo, la carrera militar –es decir ser 69 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares 14 Lima no sólo alberga al tercio de la población nacional sino que además alcanza una dimensión que es diez veces superior a la de Arequipa, la segunda ciudad del país (ver Antonio Zapata 1995). 15 El Cono Norte esta formado por los distritos de San Martín de Porres, Independencia, Los Olivos, Comas y Carabayllo. El Cono Sur esta conformado por los distritos de San Juan de Miraflores, Villa el Salvador y Villa Maria del Triunfo. 16 Tal es el caso de distritos como Jesús Ma r i a , Magdalena o Lince. 17 Durante el conflicto armado interno alrededor de mil efectivos del ejército perdieron la vida y un número mayor quedó en situación de discapacidad permanente a consecuencia de las heridas provocadas por enfrentamientos con o ataques de Sendero Luminosos y el MRTA (CVR 2003). 18 El Perú cuenta actualmente con cuatro regiones militares. Antiguamente contaba con cinco y sus sedes se encontraban en las ciudades de Lima, Arequipa, Piura, Iquitos y Cusco. Fuente: http://www.ejercito.mil.pe/ Escuela de Comandos, Chorrillos, Perú. parte del cuerpo de oficiales del ejércitore p resentaba una alternativa ocupacional segura que le brindaba un mínimo de estabilidad económica y prestigio. Este giro en la base social de reclutamiento del ejército se vio favorecido por la descentralización de los exá- menes de admisión a la Escuela Militar de Chorrillos. Al tomarse los exámenes no sólo en la ciudad de Lima sino también en el interior del país, en las sedes de las Regiones Militares18, se abrió la posibilidad de que muchos jóvenes que no contaban con los medios y facilidades para desplazarse hacia la capital tomaran los exámenes de ingreso para la Escuela Militar en ciudades cercanas a sus pueblos de origen. Como era necesario contar con un mayor contingente de oficiales que pudieran ser enviados a las zonas de emergencia, los estándares de ingreso se hicieron menos rígidos y en ciertos momentos incluso se redujo el tiempo de entrenamiento y formación de los cadetes de la Escuela Militar de cuatro a tres años19. La paradoja y tragedia de todo este proceso es que durante el conflicto armado interno, a pesar de los discursos inclusivos pro andinos y de contar con una oficialidad que paulatinamente se estaba abriendo hacia los sectores populares del país, el ejército se convirtió en perpetrador y atentó contra sectores de la población a quienes antes decía proteger20. Brindar una explicación a la magnitud de la violencia y a las acciones de algunos efectivos del ejército durante el conflicto es un asunto difícil. Sin lugar a dudas, el racismo y la discriminación hacia lo andino fueron elementos sustantivos. Si bien la base de reclutamiento de la oficialidad estaba cambiando por esos años, el grupo cholo todavía no era una mayoría dentro de esta institución, pues todavía existía un importante sector de oficiales no exactamente blancos pero sí mestizos, de procedencia social media baja, algunas veces costeños, que contaban con orí- genes más urbanos que rurales, que si eran del interior formaban parte de las pequeñas elites provinciales mestizas que no eran cholas pero tampoco indígenas. Por otro lado, durante los primeros años del conflicto y hasta mediados de los 80s, las tropas, es decir los soldados, que se enviaron a las zonas de emergencia en la sierra sur central fueron unidades de Lima y de la costa y no soldados provenientes de las zonas locales pues se temía una infiltración de Sendero Luminoso (CVR 2003). Aquí también hay que considerar la influencia de la doctrina de la Seguridad Nacional, en la que se apostaba por la eliminación del enemigo interno, así como las prácticas antisubversivas sugeridas por la nefasta Escuela de las Américas, que ya habían sido llevadas a cabo en las dictaduras del Cono Sur. Pero incluso un mayor número de militares cholos en las zonas de emergencia no necesariamente habría asegurado una menor incidencia en las violaciones a los derechos humanos pues ser cholo no es lo mismo que ser indio. Además, si las relaciones entre los peruanos se han organizado tradicionalmente en base al desdén y el desprecio hacia lo indio -lo abyecto- , estos sentimientos también han sido reproducidos por los cholos en un intento de separarse de lo indio. Si bien es cierto entre los 80s y 90s el ejército se desclasó y perdió status, en la Marina 70 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Lourdes Hurtado Meza 19 Actualmente, y debido a la reforma educativa iniciada en el Ejército a fines de los 90s, el tiempo de formación en la Escuela Militar de Chorrillos es de cinco años. Los oficiales egresados de ella también cuentan con un grado universitario. 2 0 La CVR ha señalado que el principal responsable del conflicto fue Se n d e ro Luminoso pues se alzó en armas contra el estado peruano en un momento en el cual la m a yor parte de agrupaciones deizquierda habían pasado a la legalidad. Asimismo, Se n d e ro fue el principal perpetrador de violaciones a los derechos humanos pues fue el responsable de casi el 60% de victimas fatales. Sin embargo, la Comisión también ha establecido que en ciertos momentos y lugares, algunos efectivo s de las Fu e rzas Armadas cometieron violaciones a los d e rechos humanos de ciudadanos inocentes y fuero n los responsables de casi el 30% de víctimas del conf l i c t o. Muchos de estos crímenes estuvieron motivados y la Fuerza Aérea el giro en la base social de reclutamiento no fue tan dramático. Hasta hoy la Marina especialmente ha podido mantener cierto nivel de exclusividad y de “blancura” que el ejército no tiene. Más aún, la Marina se ha convertido en la entidad depositaria de las vocaciones militares de jóvenes que pertenecen a familias militares de clase media. Para un joven cuyo padre es un oficial del ejército, formar parte de la Marina significa continuar con la tradición familiar sin perder status social. Dos eventos que evidencian las diferentes posibilidades de proyección institucional militar entre oficiales de una y otra institución son el cambio de colocación al egresar de la escuela de oficiales y el nivel de profesionalización alcanzado durante los años de permanencia en la institución. De esta manera, mientras los oficiales del ejército son destacados en sus primeros años a guarniciones lejanas, los oficiales de la Marina suelen permanecer en Lima y más adelante tienen la posibilidad de llevar estudios de postgrado en universidades privadas de prestigio (Hurtado 2005b). Incluso, una vez en el re t i ro, la corporación de oficiales de la Marina tiene mayores posibilidades de insertarse laboralmente en empresas privadas que los oficiales del ejército debido a su mayor nivel de capacitación profesional. Otro evento donde pueden percibirse las diferencias entre estas instituciones es el tradicional desfile de fiestas patrias del 29 de julio, donde desfilan los cadetes de las Escuelas de oficiales militares de la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea. Si uno mira con atención a los cadetes que desfilan, se observa que los cadetes del Ejército tienen la piel ligeramente más oscura mientras que los de la Marina son más “blancos”. Por otro lado, una ojeada a los anuarios de la Escuela Militar de Chorrillos también permite ver este contraste entre la oficialidad del ejército de hoy y la del pasado pues se encuentran muchos más apellidos indígenas en los 90s que en los 70s.21 En conclusión, el discurso inclusivo desarrollado durante la primera fase del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada constituyó un evento fundamental que cuestionó el racismo y la discriminación contra las poblaciones andinas del Perú. Los militares del gobierno de Velasco fueron conscientes de la necesidad de incorporar a estas poblaciones a la comunidad imaginada nacional y dieron énfasis a una parafernalia visual que resaltaba lo andino como un elemento de integración nacional que a su vez legitimaba el rol del e j é rcito como institución fundacional del estado peruano. Una década más tarde, el conflicto armado interno llevó al ejército a luchar contra un enemigo oculto en un escenario que no esperaban: las zonas más pobres 71 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 Ejército cholificado: reflexiones sobre la apertura del ejército peruano hacia los sectores populares 21 Sustento esta afirmación en la comunicación personal de varios oficiales del ejército quienes en diferentes ocasiones me han dicho, a veces con una mezcla de crítica y preocupación, que el ejército se ha “popularizado” demasiado y que ya no atrae a jóvenes de clase media. Pero también me baso en mi propia observación. Entre 1992 y 1996 trabajé como profesora de inglés en la Escuela Militar de Chorrillos y varios de mis alumnos cadetes tenían apellidos andinos como Ancco, Condori, Choquehuanca, Huaqui, Huamán, Mamani, Sulca entre otros. En las listas de cadetes ya casi no aparecían apellidos “extranjeros” como sí ocurría en las listas de promociones anteriores: Graham (1970), Candiotti Effio (1971), Williams (1973), Maury Bromley (1977), Ribbeck Giacomotti (1978), Buchhamer Bellmunt (1981), Debernardi Harbauer (1981), Bamberger (1982). Por otro lado, en los últimos años he asistido a las ceremonias de graduación de los nuevos oficiales que egresan de la Escuela Militar de Chorrillos, así como a las ceremonias de pase al re t i ro que se llevan a cabo cuando una pro m oción de oficiales se retira del ejército luego de haber s e rvido a su institución por 35 años. Ambos eve n t o s están llenos de contenido ritual y constituyen importantes espacios de transmisión de memoria institucional. A dichas ceremonias concurren los familiares más c e rcanos de los oficiales; el contraste entre algunos m a rc a d o res de clase como la ropa, el color de piel y la forma de hablar entre las personas que asisten a una, la c e remonia de graduación, y otra, la ceremonia de pase al re t i ro, me permiten afirmar que sí existen notorias d i f e rencias entre las nuevas y las viejas generaciones de oficiales que conforman el ejercito del Perú. 72 ÍCONOS 26, 2006, pp. 59-72 e indígenas del Perú. La incertidumbre y el miedo desatados por un conflicto no convencional en donde no podían identificar quien era el enemigo hicieron que la retórica velasquista, inclusiva y paternalista, diera paso en ciertos momentos del conflicto a una guerra sucia que puso en evidencia de manera atroz el racismo hacia las poblaciones indígenas que no había sido superado por todos los sectores del ejército. Luego del conflicto, esta institución se ha convertido en una de las instituciones depositarias de lo cholo en el Perú, es decir, su oficialidad joven proviene en su mayoría de sectores populares de origen migrante que dos décadas atrás formaban parte de una minoría al interior de esta institución militar en relación a los sectores medios más tradicionales. L a c h o l i f i c a c i ó n del ejército implica una democratización en términos sociales que puede traducirse en mayor inclusión y tolerancia a las diferencias. Sin embargo, al comparar la situación de esta institución con la Marina, en donde tal democratización aún es incipiente, vemos que las brechas entre algunos peruanos basadas en clase y raza, es decir los peruanos +1 y los peruanos -1 a los que se refiere Guillermo Nugent, todavía parecen ser infranqueables. Bibliografía Aljovín, Cristóbal, 2005, “A break with the past? Santa Cruz and the constitution”, en Nils Jacobsen, editor, Political cultures in the Andes, 1750-1950, Du k e University Press, Durham. Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú (CVR), 2003, Hatun Wi l l a k u y. In f o rme abreviado de la Comisión de la Verdad y Reconciliación del Perú, Lima. Contreras, Carlos y Marcos Cueto, 2000, Historia del Perú contemporáneo, IEP, Lima. Degregori, Carlos Iván, Nicolás Lynch y Cecilia Blondet, 1986, Conquistadores de un Nuevo mundo. De invaso - res a ciudadanos en San Martín de Porres, IEP, Lima. Degregori, Carlos Iván, 1995, “El estudio del otro: cambios en el análisis sobre etnicidad en el Perú” en Julio Cotler, editor, Perú 1964-1994: Economía, Sociedad y Política, IEP, Lima. Golte, Jurgen y Norma Adams, 1990, Los caballos de Troya de los invasores. Estrategias campesinas en la conquista de la gran Lima, IEP, Lima. Harries-Jenkins, Gwyn y Charles Moskos Junior, 1984, Las Fuerzas Armadas y la sociedad, Alianza Editorial, Madrid. Hu rtado, Lourdes, 2005a, “Uniformes, hombres y armas: Una aproximación civil a la cultura militar del Ej é rc i t o Pe ru a n o”, Informe Final, Programa sobre Autoritarismo y Violencia, SUR, Casa de Estudios del Socialismo, Lima, mimeo. —————, 2005b, “¿La educación militar como forma de Educación Superior en Democracia?” en Educación militar en democracia, IDL, Lima. Kruijt, Dirk, 1989, La revolución por decreto, Mosca Azul Editores, Lima. Mallon, Florencia, 1987, “Nationalist and Antistate coalitions in the War of the Pacific: Junin and Cajamarca, 1879-1902” en Steve J. Stern, editor, Resistance, rebel - lion and consciousness in the Andean Peasant World, 18th to 20th centuries, The University of Wisconsin Press, USA. Martín, Juan, 2002, La revolución peruana: ideología y práctica política de un gobierno militar 1968-1975, CSIC/Universidad de Sevilla. Méndez, Cecilia, 1995, “Incas sí, indios no: Apuntes para el estudio del nacionalismo criollo en el Pe r ú ” , Documento de trabajo No. 56, IEP, Lima. Nugent, Guillermo, 1992, El laberinto de la choledad, Fundación Friedrich Ebert, Perú. Quijano, Aníbal, 1980, Dominación y cultura. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perú, citado en Carlos Iván Degregori, 1995, “El estudio del otro: cambios en el análisis sobre etnicidad en el Perú”, en Julio Cotler, editor, Perú 1964-1994: Economía, Sociedad y Política, IEP, Lima. Remy, María Isabel, 1995, “Historia y discurso social. El debate de la identidad nacional” en Julio Cotler, editor, Perú 1964-1994: Economía, Sociedad y Política, IEP, Lima. Rospigliosi, Fernando, 1995, “Fu e rzas Armadas: Corporativismo y Autoritaris-mo: ¿Que ha cambiado en tres décadas?”, en Julio Cotler, editor, Perú 1964- 1994, Economía, Sociedad y Política, IEP, Lima. Sánchez, Susy, 2005, “Representaciones del pasado en el presente: Los Incas en los billetes peruanos. Siglos XIX y XX”, ponencia presentada en el Taller sobre Estudios Andinos, Instituto Kellogg, Universidad de Notre Dame, mayo. Villanueva, Víctor, 1972, 100 años del Ejército Peruano: Frustraciones y cambios, Juan Mejía Baca, Perú. Zapata, Antonio, 1995, “Sociedad y poder Local. La comunidad urbana de Villa el Salvador. La Lima popular del milenio” en Julio Cotler, Perú 1964-1994, Economía, Sociedad y Política, IEP, Lima